Un estudio apuesta por el autogobierno en clase
Mañas asegura que el modelo ha funcionado
Jesús Mañas (Ávila, 1943) cuenta que en el Reino Unido una utopía se hizo realidad. Que allí existe, desde hace 80 años, una escuela en la que los alumnos cambian las normas coercitivas por la autorregulación y el autogobierno. Esa escuela se llama Summerhill School y sigue siendo un referente para los educadores más avanzados.
Jesús Mañas (Ávila, 1943) cuenta que en el Reino Unido una utopía se hizo realidad. Que allí existe, desde hace 80 años, una escuela en la que los alumnos cambian las normas coercitivas por la autorregulación y el autogobierno. Esa escuela se llama Summerhill School y sigue siendo un referente para los educadores más avanzados.
Mañas, profesor del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Córdoba, se preguntó si las ideas en las que se cimienta el modelo de Summerhill podrían funcionar fuera de este emblemático centro. Durante seis meses llevó a cabo una experiencia basada en el autogobierno en alumnos de 12 años de tres centros cordobeses del barrio de la Fuensanta. Más libertad, el profesor como asesor no como impositor y pruebas para comprobar la evolución de los niños. Conclusión: "Funciona", según Mañas, quien ha plasmado su experiencia en libro Autorregulación y autogobierno. Abrazo entre Psicología y Educación (Publicaciones Orgón).
Summerhill nace de los principios que marcaron dos de los grandes pensadores y docentes de la época moderna: Wilhem Reich (1897 - 1957) y Alexander Sutherland Neill (1883-1973). Estos estudiosos, que luego se convertirían en iconos de movimientos como el Mayo del 68 parisino o la contestación hyppie en Estados Unidos, apostaron por cambiar las disciplinas férreas y que los chavales se marquen sus reglas de comportamiento con ayuda de los docentes. El resultado es que son incontables los intentos de distintos gobiernos británicos por cerrar Summerhill. "Pero cada vez que se ha intentado, el movimiento intelectual lo ha parado", afirma Mañas.
La máxima que defendieron Reich y Neill, y que también comparte Mañas, es simple: "si a los alumnos se les da libertad en las aulas son capaces de autorregularse". El profesor ha querido fundamentar esta afirmación combinando las teorías psicológicas con la educación. Los niños, explica, reaccionan ante una "presión crónica" con la cerrazón y la violencia. Si se puede sustituir la "coacción permanente" a la que son sometidos se pueden evitar muchos de los problemas que se aprecian en su comportamiento fuera y dentro de las clases.
Durante los seis meses de experimentación, los niños de 6º de primaria "podían hablar libremente, podían expresarse en un enorme mural en la clase, ellos se dieron sus normas y sus controles, tenían asambleas (...) Los adultos, estaban ahí para ayudarles, no para imponerse".
Mañas, mediante varios test, comprobó como, tras la experiencia, los niños mejoraban "significativamente su capacidad emotiva, dureza emocional, alegría de vivir, libertad, autocontrol y espontaneidad". Además, elaboró una encuesta que repartió entre varios profesores: "En Córdoba, por ejemplo, hay una tendencia elevada de profesores dispuestos a dar más libertad en las aulas", concluye.
Summerhill nace de los principios que marcaron dos de los grandes pensadores y docentes de la época moderna: Wilhem Reich (1897 - 1957) y Alexander Sutherland Neill (1883-1973). Estos estudiosos, que luego se convertirían en iconos de movimientos como el Mayo del 68 parisino o la contestación hyppie en Estados Unidos, apostaron por cambiar las disciplinas férreas y que los chavales se marquen sus reglas de comportamiento con ayuda de los docentes. El resultado es que son incontables los intentos de distintos gobiernos británicos por cerrar Summerhill. "Pero cada vez que se ha intentado, el movimiento intelectual lo ha parado", afirma Mañas.
La máxima que defendieron Reich y Neill, y que también comparte Mañas, es simple: "si a los alumnos se les da libertad en las aulas son capaces de autorregularse". El profesor ha querido fundamentar esta afirmación combinando las teorías psicológicas con la educación. Los niños, explica, reaccionan ante una "presión crónica" con la cerrazón y la violencia. Si se puede sustituir la "coacción permanente" a la que son sometidos se pueden evitar muchos de los problemas que se aprecian en su comportamiento fuera y dentro de las clases.
Durante los seis meses de experimentación, los niños de 6º de primaria "podían hablar libremente, podían expresarse en un enorme mural en la clase, ellos se dieron sus normas y sus controles, tenían asambleas (...) Los adultos, estaban ahí para ayudarles, no para imponerse".
Mañas, mediante varios test, comprobó como, tras la experiencia, los niños mejoraban "significativamente su capacidad emotiva, dureza emocional, alegría de vivir, libertad, autocontrol y espontaneidad". Además, elaboró una encuesta que repartió entre varios profesores: "En Córdoba, por ejemplo, hay una tendencia elevada de profesores dispuestos a dar más libertad en las aulas", concluye.
Fuente: Diario El País, Manuel Planelles, Cordoba, 25/01/2005
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