Loris Malaguzzi...

"Trabajar con los niños quiere decir tener que hacer las cuentas con pocas certezas y con muchas incertidumbres. Lo que nos salva es el buscar y no perder el lenguaje de la maravilla que perdura, en cambio, en los ojos y en la mente de los niños. Es necesario tener el coraje de producir obstinadamente proyectos y elecciones. Esto es competencia de la escuela y de la educación”.

miércoles, 24 de octubre de 2007

REPARTO DE LAS RESPONSABILIDADES FAMILIARES

Malos tiempos aquellos en los que hay que explicar lo evidente y exigir lo que es de justicia, aquellos en los que sabemos lo que tenemos que hacer pero no nos da la gana esforzarnos por conseguirlo, aquellos en los que los hombres no parecemos dispuestos a demostrar el valor de asumir que nos da miedo y por eso no denunciamos (predicando con el ejemplo), lo que de explotación de la mujer por el hombre tiene el reparto desigual de las responsabilidades familiares. Quizás el mayor error haya sido esperar mucho del cambio de mentalidad y de la buena voluntad de los hombres en lugar de exigirlo en el campo del derecho.
El trabajo domestico nos afecta a todos los hombres, vivamos o no en pareja, todos lo tenemos planteado, tenemos ante él una posición provisional, y la mayoría lo vamos asumiendo progresivamente, por eso no deja de llamar la atención lo poco que los grupos de hombres discuten o elaboran sobre el tema. ¿Es qué en este caso el silencio no nos hace cómplices de una injusticia?, o es qué hablar obliga y en este caso se trata de la tarea que ocupa más tiempo, de la más cotidiana.
El caso es que yo creo que a los hombres nos interesa ponernos las pilas, y el delantal, porque sabemos que no es justo que las tareas domesticas tengan que asumirlas sólo las mujeres, por más que el sistema potencie la división sexual del trabajo asignando a los hombres el papel de proveedores y las mujeres el cuidado del hogar y de quienes en él viven.
Sabemos que no son criadas por naturaleza, que el sentimiento de culpa que muchos dicen sentir por esta situación no plancha las camisas, y que asumir responsabilidades es una forma de demostrar que las tenemos en cuenta, las valoramos y las queremos.
Cada día son más los hombres que acaban viviendo solos y tienen que cuidarse, y aunque no sea el caso aprendiendo a valernos por nosotros mismos estaremos más seguros de que convivimos con una mujer porque nos apetece y no porque necesitamos a alguien que sustituya a nuestra madre.
Llamar la atención que hombres que viviendo solos se cuidaban razonablemente bien, cuando empiezan a vivir con una mujer esta acaba haciéndoles sus tareas, en parte por que él delega pero también porque ella las asume aunque no se le exija. No vale decir que no nos enseñaron a jugar con muñecas, ni a limpiar o cocinar, que nuestras madres, abuelas o suegras, no consentían o no consienten que hagamos nada en casa, y no vale porque la lista de cosas que no nos enseñaron a hacer, o no querían que hiciéramos, pero que hemos aprendido y hecho porque nos ha interesado, o nos ha dado la gana, es tan larga que la excusa no se tiene en pie.
Culpar al machismo tampoco parece una explicación seria, porque no es una limitación genética, y en algún momento tendremos que asumir nuestras responsabilidades por lo que hacemos, o mejor dicho, en este caso, por lo que no hacemos. Decir que estamos cambiando pero a nuestro ritmo es olvidar que si no nos empujaran no existiría tal ritmo.
CAMBIOS EN LAS ESTRUCTURAS FAMILIARES
La estructura familiar ha cambiado tanto que hoy parece más correcto hablar de familias, por aquello de que aunque la mayoría siguen teniendo un formato tradicional (madre, padre e hijos/as), a nadie se le escapa que cada día abundan más otros modelos: familias monoparentales (en general mujeres qué afrontan más o menos solas la maternidad), parejas de hecho, parejas de homosexuales, etc.
Incluso la familia tradicional esta muy cambiada, el número de sus miembros se ha reducido, el hombre esta dejando de ser el único proveedor de dinero, la autoridad indiscutible del padre va dando paso a unas relaciones más libres, igualitarias y democráticas (la mayoría de las decisiones significativas se toman de manera conjunta). De hecho no creo que el paro y las dificultades económicas expliquen por si solas que los jóvenes tarden más que nunca en irse de casa.
Hace poco cuando le pregunte a un grupo de hombres de un pueblo de Sevilla, que se quejaban de cómo eran sus padres, en qué se les parecían, me respondieron que se veían a si mismos como una versión suavizada de éstos. Hoy hay hasta padres angustiados por no poder dedicar el tiempo suficiente a sus hijos, por no saber que métodos usar para conservar cierta autoridad sin necesidad de imponerse, ni como educarlos para que acepten limites sin recurrir al castigo.
TRABAJO DOMESTICO
La ausencia de reparto del trabajo domestico esta resultando ser el pilar más resistente del Patriarcado (machismo) incluso en las parejas en qué trabajan los dos y ganan más o menos lo mismo.
Resulta difícil de entender que realizado por una empleada o empleado de hogar, una lavandería, un restaurante, un enfermero/a o un/a enseñante, nadie discuta que debe ser remunerado, pero si es realizado por una mujer en su casa, pese a su indudable valor cultural y económico, este trabajo no valga nada.
Se habla más de lo poco creativo que es el trabajo domestico (como si lo fuera el de un soldador o un empleado de banca), que de lo injusto que es que se le exija hacerlo gratuitamente a las mujeres. Si de lo que se trata es de que es muy desagradable, razón de más para compartirlo.
Cada día es mayor el número de mujeres que trabajan fuera de casa, porque muchas han buscado independencia y dignidad trabajando en la calle, o porque los agobios económicos de las familias modestas las obligan a garantizar otro salario. Con frecuencia pueden dar el mismo o mayor apoyo económico a la familia que el hombre, pero a pesar de todo no se ha transformado el reparto de tareas y responsabilidades domesticas y por eso se habla de la doble jornada.
La mujer se sigue viendo sobrecargada con una jornada de trabajo interminable. La mayor implicación del hombre en el cuidado de los hijos y las tareas domesticas está resultando ser un proceso tan lento y conflictivo, que es una de las causas principales del rápido crecimiento de las tasas de divorcio.
Se calcula que en España el trabajo no remunerado significa el doble que el remunerado, y el 80% de ese trabajo invisible lo realizan las mujeres, a pesar de que ya casi nadie opina que el estilo de vida ideal para las mujeres sea dedicarse a la casa.
La frase que asegura que “cuando un hombre y una mujer se emparejan él mejora su calidad de vida y ella la empeora” sigue reflejando una realidad indiscutible.
Sólo en ocho de cada cien familias españolas se produce un reparto importante, que no igualitario, del trabajo domestico, casi siempre en familias de clase media, con valores progresistas, en las que trabajan ambos cónyuges y sus ingresos son semejantes.
Pero incluso en aquellas parejas en las que ambos miembros dedican un tiempo parecido a estas tareas, la gestión suele recaer en las mujeres. Acostumbran a ser ellas las que están pendientes de lo que hay que sacar del congelador, lo que no se puede olvidar comprar en el supermercado, que los zapatos de la niña se le han quedado pequeños o que el niño necesita otros pantalones.
La gestión puede legar a ser sin duda lo que más estrés provoca porque obliga a tenerlo todo controlado, no tiene tiempo de inicio y fin, no hay forma de meterlo en la agenda, ni conoce vacaciones. Si lo que se busca es compartir tenemos que reconocer qué, por mucho que a uno le guste, tener que conducir siempre puede llegar a ser agotador. Ojo con confundir control con poder la reina de la casa no tiene más poder qué el de administrar bienes ajenos y atender las necesidades ajenas a cambio de algunas ventajas. No asumir sus responsabilidades domesticas tiene para los hombres la ventaja de disponer de tiempo libre, a costa del tiempo de la mujer sin tener que negociarlo, para su descanso o diversión, para jugar con los niños/as mientras la madre hace la cena, e incluso para responsabilizarla de lo que no le guste de lo que resulte de su educación (hasta del machismo de los niños). Tres datos sobre la juventud que me han llamado la atención: 1/. De cada 13 minutos dedicados a las tareas de mantenimiento del hogar, doce los trabajan las chicas y uno los chicos. 2/. Los hijos de familia con menos renta y formación educativa participan más que los de familias con más capacidad económica y académica, y 3/. Es en las familias donde el padre más colabora donde los hijos más se escaquean.
EL CUIDADO DE LAS/OS NIÑAS/OS
Nada es tan importante en su educación como el modelo que ven en nuestra conducta, si son niños por aquello de la identificación y si son niñas por que nos ven como ejemplo de lo que es un hombre. Con esto lo primero que quiero decir es que educan, y mucho, incluso aquellos padres que no se preocupan en absoluto de hacerlo.
En este momento, en que el modelo masculino tradicional está en crisis, nuestra responsabilidad es si cabe mayor que la de nuestros padres, porque la sociedad ya no presenta modelos homogéneos, sino que muestra la gran diversidad existente, y ante la confusión que esta puede provocar es necesario ayudarles a diferenciar y con ello a elegir.
Implicar a los hombres en la crianza de los hijos e hijas es importante para ellos porque con ello:
- Aprenden a cuidar y cuidarse, así como a ponerse en el lugar del otro para poder satisfacer sus necesidades.
- Tienen una oportunidad inigualable de desarrollar los sentimientos y su expresión, al tiempo que les sirve para ir perdiendo el miedo al ridículo ante criaturas que son esponjas afectivas y muy agradecidas.
- Descubren que paternidad responsable significa el establecimiento de relaciones igualitarias dentro del hogar (creo que es en Noruega donde los hombres están obligados a coger seis meses de permiso laboral para atender a sus hijos/as en los dos primeros años posteriores al nacimiento, y que Austria planea obligar jurídicamente a los hombres a compartir las tareas domesticas).
Fuente: José Ángel Lozoya Gómez en hombresigualdad.com, junio 1999

Espectadores del machismo en casa

Los adolescentes perciben claramente que sus madres son las que llevan el peso de la casa y aunque tienen un sentido crítico a la hora de observar los estereotipos, éstos siguen vigentes.
Llenar la nevera, preparar los desayunos o hacer las maletas siguen siendo tareas de las mujeres, mientras que realizar pequeñas chapuzas en casa, comprar el coche o hacer la declaración de la renta son tareas que recaen en los hombres. Estos datos no son nuevos, la novedad reside en que son los hijos y las hijas quienes constatan que esa división del trabajo es la que se mantiene en sus casas.
Espectadores privilegiados: 785 adolescentes de 21 institutos distribuidos por 15 municipios del área metropolitana se han prestado a responder 106 preguntas de una encuesta anónima elaborada por Enriqueta Díaz, profesora de historia de secundaria en un instituto de Sant Cugat del Vallès. La encuesta forma parte del trabajo de investigación de esta profesora encaminada a conocer los Roles y estereotipos de género entre el alumnado de bachillerato.
Una parte del trabajo la ha financiado el Departament d’Educació y otra el Centre de Cultura de Dones Francesca Bonnemaison, de la Diputación de Barcelona. Una primera parte de esta investigación ya la realizó hace un año entre los alumnos de los institutos de Sant Cugat. El resultado de ese trabajo es lo que la animó a ampliar el análisis a otros centros del área metropolitana.
COMPRAS, COMIDA Y MALETAS. La mayoría del alumnado encuestado vive en el seno de una familia tradicional, formada por madre y padre, mientras que poco más del 7% vive sólo con la madre y un 1% con el padre. En el 82% de las casas, es la madre la que realiza las tareas del hogar, incluso el fin de semana; la que elabora la lista de la compra; la que piensa qué se necesita y la que está pendiente (86%) de que no falte el jabón de la ducha, el papel higiénico o la fruta. Es decir, la parte más agotadora psíquicamente, como es estar pendiente de lo que hay o no en la despensa o en la nevera, se la lleva la madre. Ella es también la que mayoritariamente se encarga de la compra. La preparación de los desayunos también corre a cargo de las madres (por encima del 70%), mientras que los padres lo hacen en el 19,7% de los casos si la que responde es la chica, y el 18,4% si el que contesta la encuesta es el chico. Lo mismo sucede con las vacaciones. Aunque la decisión del destino de está dividido a partes iguales, una u otro escogen el lugar de descanso, las progenitoras son las encargadas de organizar y preparar las maletas de toda la familia, lo que en la práctica significa que antes de salir ya acumula un cansancio extra.
BRICOLAJE Y COCHE. A ojos de los adolescentes, los padres son los encargados de realizar las pequeñas reparaciones de fontanería o electricidad y quienes eligen el coche. La elaboración de la declaración de la renta también es tarea mayoritaria de los padres aunque en casa trabajen ambos.
PERCEPCIONES. La percepción de que estas tareas las realiza la madre es prácticamente idéntica entre los chicos y las chicas, aunque algunas percepciones experimentan leves variaciones en función del sexo del observador. Chicos y chicas tienen un sentido crítico a la hora de percibir los estereotipos, pero los siguen aplicando, y prueba de ello es que las chicas son las que mayoritariamente ayudan a sus madres en las tareas de casa.
Una de las conclusiones que extrae la profesora Enriqueta Díaz es que a los adolescentes, "en general, no les gusta ver lo poco que hacen sus padres en casa, incluso les produce una cierta vergüenza", explica. Del resultado de las encuestas constata que los chicos tienen menos percepción y son menos críticos ante esa realidad, a todas luces poco igualitarias, que ellos mismos describen. "Las chicas se adaptan más a la cultura imperante, pero también son más conscientes de que la situación es discriminatoria y, por tanto, son más críticas".
EL PAPEL DE LA ESCUELA. Los estereotipos "son sutiles e invisibles, hay que evidenciarlos, hacerlos visibles y eso exige voluntad y esfuerzo", señala Díaz. El profesorado arrastra una determinada cultura, en la que prevalece esa división de papeles histórica y, aunque sea de forma inconsciente, la reproduce. "Si al profesorado no se le forma, salvo excepciones porque hay gente muy concienciada, las cosas no cambiarán. Si la escuela no rompe la tendencia, no educa, no nos moveremos. Las actitudes individuales no son suficientes", afirma.
A su juicio, pese a que existe un avance en la percepción de que hay que ir hacia la no discriminación por razones de sexo - los adolescentes encuestados también constatan que existe segregación por sexo en el mercado de trabajo-, "esta percepción en positivo no se ha interiorizado.
Por ello, propone que el Departament d’Educació ponga en marcha "un plan estratégico con medidas concretas y generalizadas para formar al profesorado".
Pero también es necesario un esfuerzo adicional a la hora de elaborar los currículos de todas las etapas educativas y para establecer "medidas educativas destinadas al reconocimiento y enseñanza del papel de las mujeres en la historia", tal como señala la ley para la igualdad efectiva de hombres y mujeres. Porque, "como decía el filósofo George Gusdorf, ’el que no se nombra no tiene nombre, no se piensa. El que no se nombra no existe’. Y las mujeres, en los libros de texto, casi ni aparecen", concluye Enriqueta Díaz.
Las carencias afectivas en los hombres
Mi mamá me mima más
Los adolescentes se sienten más vinculados emocionalmente a las madres, con las que se comunican más
TRANSVERSALIDAD
"La educación en valores debe impregnar todas las asignaturas"
REPETICIÓN
"Los chicos no son sexistas, tienen interiorizado lo que ven en casa e imitan"
Al hombre le cuesta mucho más que a la mujer manifestar sus emociones. Y esas dificultades de comunicación - "analfabetismo emocional", lo llaman algunos expertos- son percibidas y aprehendidas por los hijos, quienes a su vez reproducen roles. Así se refleja en la encuesta realizada por la profesora Enriqueta Díaz a casi 800 estudiantes de bachillerato de 21 institutos de 15 municipios del área metropolitana.
Los resultados de la investigación demuestran que las madres son emisoras y receptoras de las emociones de los hijos, lo que "a efectos de las repercusiones en la educación es muy importante", señala la profesora. "En la familia, la desaparición de los hombres a la hora de manifestar emociones es clara, y los jóvenes así lo reciben. Si eso no se corrige, y ahí la escuela tiene un papel muy importante, lo reproducirán exactamente igual en su vida adulta".
Una amplia mayoría de los adolescentes (73,9% de chicas y 88% chicos) no duda en responder que la madre es más afectuosa en sus actos, abrazos y besos, que el padre, aunque en el caso de las chicas un 18,7% dice que son los padres los que les hacen más carantoñas. "Los padres con las niñas manifiestan algo más las emociones, pero ante los chicos tienen una gestión emocional más deficiente", señala Díaz.
El reparto de papeles a la hora de cuidarse de la prole también está claro. Ellas, las madres, son las que les acompañan al médico (80,9 en el caso de las chicas y 70,7% en el de los chicos), y si alguien deja el trabajo en caso de que alguno de los hijos esté enfermo, ésta es mayoritariamente la madre.
El 84,5% de las chicas acuden a la madre cuando tienen ganas de llorar o necesitan a alguien con quien hablar, porcentaje que en el caso de los chicos es del 74,2%. En esta pregunta, destaca que un 6,1% de los chicos no acude a ninguno de sus progenitores. Estas cifras coinciden con la percepción que los jóvenes tienen de que las madres son más receptivas a la hora de escuchar sus problemas, sean afectivos o de cotidianidad académica - notas o aspectos relacionados con los estudios- y también, aunque en menor medida, con la apreciación de que la madre le ayuda más que el padre a levantar el ánimo o a superar los problemas.
La necesidad de trabajar los aspectos emocionales es, a juicio de la profesora Enriqueta Díaz "indudable". En su trabajo de campo, tanto en las preguntas directas de la encuesta o en charlas con grupos de alumnos que han participado en la investigación, la profesora constata que los jóvenes tienen "muchas ganas de hablar y de que les pregunten por sus cosas, algo que no suele ser habitual en su centro escolar".
Una de las conclusiones a las que llega la profesora tras este trabajo es que los chicos "no son sexistas, tienen interiorizado lo que ven en casa e imitan", de ahí que sea muy importante en trabajo en el ámbito escolar. Pero en éste también aparecen dificultades. "El profesorado, de forma inconsciente, transmitimos estereotipos, y los docentes sensibilizados en esta cuestión sufren, con frecuencia, el rechazo de sus compañeros y compañeras".
Los adolescentes tienen interiorizados valores como la paz o la justicia, "pero como en la escuela no se trabaja de forma explícita en favor de la igualdad de sexos, es muy difícil romper estereotipos", añade.
Los jóvenes encuestados aseveran que es muy extraño que un profesor hable de algo ajeno a su asignatura en clase. Excepto en las horas de tutoría, no hay un trato directo con los docentes. "La educación en valores de forma transversal se practica muy poco; está muy poco reforzada. Los jóvenes en casa no aprenden, reproducen actitudes; es el profesorado el que debe introducir esos valores". Discursos como "los chicos no lloran" o actitudes de discriminación hacia las chicas que practican deportes como el fútbol, "aunque en los centros escolares cada vez son menos habituales aún perviven, aunque sea de forma inconsciente".
La ley para la igualdad efectiva de hombres y mujeres, en su artículo 24, señala que una de las funciones de la escuela es "la eliminación y el rechazo de los comportamientos y contenidos sexistas y estereotipos que supongan discriminación entre mujeres y hombres, con especial consideración a ello en los libros de texto y materiales educativos". Asimismo, prevé "la integración del estudio y aplicación del principio de igualdad en los cursos y programas para la formación inicial y permanente del profesorado".
Al respecto, la profesora Enriqueta Díaz considera que el profesorado se debe reciclar y que hay que educar a los formadores. La preocupación por el fracaso escolar, la inmediatez de los problemas por resolver en el ámbito educativo, hace que se pierda de vista que este aspecto, la lucha por la igualdad, también es prioritario. Al respecto, añade que "la participación activa por la excelencia humana no podrá avanzar si no se progresa en la igualdad de sexos y se educa en valores de equidad. La gente joven es muy sensible y receptiva"
Fuente:Mercè Beltrán en La vanguardia el 07.07.2007

Me ha gustado es artº de Cuca, lo hago nuestro ...de todas!

Y fueron felices y comieron perdices, pero la pregunta es ¿quién las cocinó? ¿llamaron al teleperdiz de la esquina? ¿mientras uno las horneaba, el otro hacía la salsa? ¿o por el contrario se encontró ella los cacharros sucios en la cocina al día siguiente?
Y es que cuando uno comienza a compartir casa y proyectos con su pareja (adj. Igual o semejante), muchas veces olvidamos de que existen las tareas domésticas. Y fregar un día está bien pero luego deja de ser divertido y cansa, pero hay que seguir haciéndolo porque se tiene que hacer y punto, no hay mucha más vuelta de hoja.
Soy consciente de que habrá hombres que viven solos o en pareja y se apañan la mar de bien, pero hay un elevado tanto por ciento que no (Sólo un 32 % de las parejas españolas comparten de forma equitativa las tareas domésticas y únicamente un 1% de los hombres se encarga personalmente de ellas), que pasa olímpicamente de limpiar, si encuentra la oportunidad se escaquea o simplemente no ve (o no quiere ver) que hay algo que está sucio. (tal vez tengan una extraña capacidad genética para que no les moleste el polvo ni la cama sin hacer, no sé)
¿Pero son ellos los que son así por naturaleza o somos las mujeres las que les incitamos a ello? (obviaré el tema de sus mamás que los cuidaron en exceso).
Porque tal vez somos nosotras las que en cierta manera, sobretodo al principio de la convivencia, soportamos y pasamos por alto aquello de que “están cansados”, cuando nosotras también lo estamos. Que no saben hacerlo bien: - “quita cariño que ya lo hago yo”, o porque te sabe mal que lo haga él, pobrecito. Les da “asquito” meter la mano “allí”, cuando lo utilizan diariamente para hacer sus necesidades. O (esta se lleva la palma) “no están inspirados”. Hago una pequeña aclaración, no se trata de escribir la 7ª sinfonía de Beethoven, sino de limpiar el inodoro… excusas!!
Tal vez son estas cosas que vamos pasando por alto y que por no discutir vas dejando que pasen, hasta que se van convirtiendo en una costumbre, tú limpias y él no. (Personalmente yo caí en ese error y lo he sufrido en silencio como las almorranas).
Pero siempre llega el momento de enmendar los errores y le plantas caras y nos llaman “histéricas” porque queremos que se ocupen de la parte de la casa que les pertoca, la hipoteca al 50%, no? pues la limpieza también!!
Y es que creo, que a la hora de repartir las tareas domésticas tendríamos que dejar el sentimentalismo a un lado y dividir la fregona para los dos a partes iguales, porque la pareja es de dos y hay que compartir yno abusar del otro en ningún aspecto.

El cuidado de hijos y dependientes sigue en manos de las mujeres, pese al plan Concilia

No hay manera. El cuidado de los hijos y de las personas dependientes, así como la realización de cualquier otra actividad relativa a la familia, sigue recayendo en las mujeres, por mucho que se pongan en marcha innovadoras y progresistas medidas que permitan compartir estas tareas entre varones y féminas. El cambio de mentalidad tradicional, ése que apunta a que cualquier cuestión relacionada con la vida doméstica lleva nombre de mujer, tardará aún algún tiempo en producirse. Esto es lo que se desprende del balance del primer año de la puesta en marcha del plan Concilia por el ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla. DOS TERCIOS, MUJERES. Según los datos facilitados ayer por el titular de este departamento, casi 10.000 funcionarios del Estado se acogieron a algunas de las medidas de este plan, dirigidas a facilitar la conciliación de la vida personal y laboral de los trabajadores. De ellos, dos terceras partes fueron mujeres, de entre 30 y 45 años, la mayoría con niños pequeños. PERMISO DE PATERNIDAD. El primer aniversario del plan Concilia revela que un total de 9.527 trabajadores se han acogido a alguna de las medidas dispuestas para favorecer algo tan complejo como la vida familiar y laboral, de los que casi 4.000 fueron varones. Pero esta lectura esconde un punto perverso, ya que 2.163 varones se acogieron exclusivamente al permiso de paternidad - una licencia de 15 días tras el nacimiento de un hijo-, medida que nadie rehúsa en unos momentos tan especiales. De hecho, la cogieron el 100% de los funcionarios que fueron padres. CUIDADOS FEMENINOS. Al margen de este permiso, pocos fueron, sin embargo, los que pidieron licencias pra cuidar a menores, a mayores o discapacitados, o para cuidar a un enferno grave. Toda esa parte de cuidados recayeron cais en exclusiva en las mujeres: ampliació en cuatro semans del permiso de lactancia , reducción de jornada durante un mes para atender a un enfermo familiar grave, excedencia de 3 años para atender a hijos y dependienetes y flexibilización de la jornada de hijos menores de 12 años, entre otros.
CORRESPONSABILIDAD. Fuentes del Ministerio de Administraciones Públicas reconocen que, pese a los esfuerzos realizados, la igualdad en este terreno termina sin ser real. Pero, sin embargo, creen que las cosas empiezan a cambiar, lentamente, pero a cambiar, al menos en el sector público. Y refuerzan sus esperanzas en la evolución del porcentaje de varones y féminas que, a medida que el plan Concilia iba cumpliendo
AHORA, TELETRABAJO. El ministro Sevilla aprovechó la ocasión para anunciar que su departamento aprobará la extensión del teletrabajo a toda la administración del Estado, "para que los empleados cuyos puestos lo permitan puedan conciliar mejor vida laboral y familiar". INCENTIVOS PARA EL VARÓN. El teletrabajo es una de las medidas incluidas en un informe para la racionalización de los horarios - adelantado por La Vanguardia el pasado martes- y que ayer recibió el respaldo del Congreso. En él, se piden incentivos para que los varones se acojan a los permisos que permitan conciliar, y evitar que éstos recaigan exclusivamente en las mujeres.
Por Celeste López el 03.01.2007 en lavanguardia.es.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Se vuelve a una crianza más respetuosa con los niños

Rosa Jové, Psicopediatra y monitora de lactancia, con tres de los asistentes a su charla.



Las IV Jornadas sobre Lactancia Materna contaron también con Asunción Azofra, matrona del Hospital de Laredo, que trató la importancia de la primera hora tras el parto. Además, se presentó un vídeo de la Asociación 'La Buena Leche'.
«Se está volviendo a una crianza más respetuosa con los niños, claramente». Así lo explicó en Santander la psicopediatra catalana Rosa Jové, invitada por la asociación cántabra 'La buena leche' a impartir dos conferencias, una de ellas sobre el sueño infantil, su especialidad. Jové es autora de 'Dormir sin lágrimas', un libro que rebate las tesis de otro médico -el doctor Estivill- cuyo método ha sido empleado por miles de padres para hacer conciliar el sueño a sus hijos.-Defiende en su obra que el abandono del niño en su cama dejándole llorar no es nada correcto.-Efectivamente, no es lo correcto. Le crea secuelas al niño y, aunque no se las creara, no es la forma de tratarle. Es un trato vejatorio. ¿Alguien dejaría en su habitación, tras unos gritos y bajo amenaza a una persona mayor? Entonces, ¿por qué se lo hacemos a un niño? Si un bebé (o no tan bebé) llora por la noche, hay un problema. Lo que pasa es que los padres son egoístas y les es más fácil pensar que el niño 'se las sabe todas'. De hecho, mientras las madres están de baja maternal, no hay tanta obsesión por que el recién nacido duerma de un tirón. Es a los seis meses (con la madre que ha vuelto al trabajo) cuando la noche del niño se hace tan importante.-¿Y cómo descubrir dónde está el problema del pequeño?-Lo primero es hacer un registro del sueño y ver si duerme las horas adecuadas a su edad. Pero existen familias que quieren acostar a sus hijos a las ocho de la noche y que no se muevan hasta las nueve de la mañana. Y, a ser posible, una siesta de tres horas. Pues no, no es así. Los bebés duermen entre 12 y 16 horas y ambas cosas son normales. A partir de los cinco años, sólo necesitan las ocho horas de un adulto. No hay que empeñarse en más. Tampoco es normal dormir 'de un tirón', ni siquiera para los mayores. Esto, que es lo habitual, es visto por algunos como 'mala fe' por parte de la pobre criatura. Esta 'maldad' de los niños (el pensar que nos toma el pelo etc.) es lo que sirve de justificación a algunos padres para este 'maltrato'.-Usted es firme defensora de dejar un tiempo a los niños en la habitación de los padres, algo que no se suele recomendar en el sistema sanitario -Es que el 80% de la población mundial duerme con sus hijos hasta que tienen dos, tres o cuatro años. Y no hablamos de sociedades primitivas. En Japón, los niños duermen en la habitación con sus padres, lo mismo que en Noruega, donde tienen la cultura, incluso, de compartir cama con los críos hasta que tienen más o menos un año. Está demostrado, además, que en estos países se padece mucho menos insomnio, tanto infantil como adulto. No como aquí, que todos tenemos problemas para dormir.-¿Tiene algo que ver la rapidez con que se vive con las alteraciones del sueño en la infancia?-Mucho, muchísimo. La prisa y los niños nunca han hecho buena pareja. Los niños necesitan otro ritmo y es fundamental ver que el suyo no es el nuestro. Ellos requieren espacio y tiempo, abrazos y esto está muy reñido con las ocupaciones de los padres, que van siempre a la carrera. Por eso se está pidiendo ahora los seis meses de baja maternal, para que las familias tengan más respiro.-¿Ve en su consulta muchos casos complicados debido al sueño?-Algunos terribles, sí. Por ejemplo, el de una niña adoptada, asiática, al que le aplicaron el método de dejarla sola y a oscuras para que 'aprendiera' a dormir. La pequeña perdió el habla durante seis meses, del terror que debía pasar por las noches, en otro país, con padres nuevos. Esto no hubiera pasado si hubieran dormido con ella. Los niños saben dormir, no hay que enseñarles. De hecho, ya lo hacen en el seno materno. Lo que no hacen es dormir cuando y dónde les interesa a los padres.-¿Cuál es el consejo que más le solicitan?-No hay uno concreto. Las familias lo único que quieren es que les digas que no hacen mal las cosas. Cuando se les dan unas pautas, las siguen bien. Se nota un gran interés, en los últimos años, por volver a una crianza más respetuosa. Es un movimiento global: más padres con los críos colgados del pecho, más concienciados por el buen trato. Esto no tiene por qué estar ligado a una vuelta al hogar de las mujeres.
Fuente: www.eldiariomantanes.es el 03.10.07 por Violeta Santiago